Es sensible a lo que le rodea. Su arma es la palabra. Mushkaa ―la artista urbana que irrumpió en la escena catalana en 2021 y que suma más de 350.000 oyentes mensuales en Spotify― es la otra cara de Irma Farelo (Vilassar de Mar, Barcelona, 19 años). Una “chica muy normal”, a la que la fama le ha pillado por sorpresa, incapaz de renunciar a una caña con sus amigos del pueblo. Abandonar las clases de trompeta, instrumento que le ha acompañado desde pequeña, es el precio a pagar por dos sold out en la sala Apolo de Barcelona. El primer concierto es este jueves. Mushkaa, hermana de la cantante Bad Gyal, acaba de presentar su nuevo disco, SexySensible, la fusión entre el personaje y la persona.
Pregunta. ¿Usted es más sexy o más sensible?
Respuesta. Por igual (ríe dubitativa). Bueno, creo que un poco más sensible, pero hay un equilibrio casi perfecto y el disco refleja con precisión estos dos aspectos: Mushka es mi parte fiestera y descontrolada, mientras que Irma es la más nostálgica y tierna. Este álbum me ha permitido dar a conocer mi sensibilidad, mi tendencia a pensar mucho las cosas, algo que creo que es bastante representativo de esta generación, por eso lleva una parte muy importante de Irma y me ha ayudado a que estas dos partes se parezcan cada vez más.
P. Desde muy pequeña ha utilizado la escritura para expresarse.
R. Escribir es lo que más me gusta, con diferencia. Cuando tenía nueve años, mi hermana Greta, una amiga y yo formamos un grupo y empezamos a escribir canciones tontas, simplemente disfrutábamos contando historias y cantándolas. Pero al entrar en la adolescencia, todo se vuelve oscuro y muy intenso y necesitaba vaciarme, y lo hacía en mi libreta donde escribía poemas. En esa etapa mi escritura se volvió más seria y madura, y toda esa intensidad me sirvió para descubrir qué quería hacer.
P. ¿Cuál es la fórmula secreta para convertir su escritura íntima en el fenómeno Mushkaa?
R. Lograr el equilibrio entre mi lado más tierno y el más fiestero parece difícil, pero para mí es sencillo, porque soy así, y al relacionarme con el público quería ser lo más honesta posible: me encanta hacer reguetón, salir de fiesta y chulear, pero no quería perder la sensibilidad de mis letras. Hay una gran oferta de artistas y creo que lo que me permite conectar con la gente es mostrarme tal y como soy, contar que me he rayado por mi churri o he discutido con mis amigos. Creo que eso es algo terrenal y sincero con lo que el público se siente identificado.
P. Mushkaa es autobiográfica. Sus amigos y Vilassar de Mar desempeñan un papel importante en su vida.
R. Mi música es 100% verídica: no sé escribir sin tener una imagen clara de un momento, una experiencia o una persona y los sentimientos que me genera. No soy nada patriótica o nacionalista, pero llevar mi pueblo por bandera me sale solo. Yo soy de Vilassar de Mar, me he criado allí y mi forma de ser está muy vinculada a este lugar, es mi refugio y cuando en mis canciones hablo de fiesta no me refiero al VIP de una sala de Madrid, sino a las fiestas en la playa justo enfrente de mi casa.
P. De las fiestas en Vilassar a las de La Mercè, donde en septiembre actuó frente a 18.000 personas. ¿Cómo ha vivido el salto a la fama en los últimos meses?
R. Cuando empezó la gira no esperábamos hacer tantos bolos. En agosto explotó todo, y pasé de estar en mi casa a hacerlo sobre el escenario día sí, día también. Me cambió la vida por completo, la gente me para por la calle dirigiéndose a la Mushkaa más fiestera, cuando yo me siento un pingüino pequeño [ríe]. Me da vértigo sentir que mi papel puede influenciar a otras personas. Cuando las cosas van tan rápido no tienes tiempo de procesarlas y dejan de emocionarte o hacerte ilusión. He parado durante dos meses porque necesitaba coger perspectiva y estar con mis amigos y mi familia, necesito poder ponerme en modo Mushkaa a hacer entrevistas y después llegar al bar de siempre con mis amigos y hablar de sus preocupaciones y de sus vidas.
P. Su familia ha sido fundamental para mantener los pies en la tierra.
R. He tenido la suerte de crecer en una familia muy vinculada al arte que me ha enseñado que ahí existe un camino y me ha apoyado en la música. Desde pequeña he visto la fama de cerca y he aprendido que los artistas solo son personas que se dedican a lo que les gusta. Eso ocurre con nosotros: somos una familia normal.
P. ¿Ha sentido alguna vez la necesidad de diferenciarse de su hermana Bad Gyal?
R. Alba y yo somos totalmente opuestas: ella es una diva, la reina de los gays and girls; y yo, todo lo contrario, ofrecemos algo muy distinto (ríe). Al principio, sí que peleé para hacerme un hueco. Pero ahora estoy cómoda, especialmente en Cataluña, donde sé que si vendo entradas para un concierto no es por ser la hermana de Bad Gyal.
P. ¿Se considera un referente del panorama musical catalán?
R. Ese puesto le corresponde a los compañeros que llevan años haciendo música en catalán y que han hecho que ahora se ponga el foco en esta escena musical. Gracias a ellos yo ahora puedo dar conciertos y vivir de mi música. Mis canciones reflejan mi forma de hablar, y el castellano también es parte de mi vida. Pero sí que entiendo que a mucha gente le moleste, porque tenemos la responsabilidad de cuidar nuestra lengua, tampoco diré que soy la indicada para enseñar a la gente a hablar catalán. Simplemente que dejen hacer.
P. Rechaza ser un referente, pero ha sido de las primeras mujeres en cantar abiertamente a otra mujer.
R. Ser referente para el colectivo es algo guay. No me quiero poner la medalla, nunca he tenido ningún problema por que me gustaran las mujeres. Escribo de ello porque me sale natural, no como una reivindicación, y creo que una forma coherente de ayudar a que la sociedad evolucione es normalizarlo: contarlo con lo que haces en tu día a día, y yo lo que hago es música.
P. Escribió ‘Canto des de caseta com si fos la Sala Apolo’. Han pasado casi tres años y ahora tiene dos plenos en Apolo con 4.000 personas en lista de espera.
R. Ya ni me acordaba de la frase, ¡hay cosas de las que no me doy cuenta! (ríe). Cuando escribí esa canción en mi casa, llenar el Apolo era algo imposible, algo que ni soñaba, demasiado idílico. Vivo como en otro mundo, no me creo que a tanta gente le guste lo que hago, no me lo creo hasta que salgo al escenario. Y estoy muy agradecida porque es una sala emblemática.
P. Y si ahora volviese a soñar, ¿con qué lo haría?
R. Tengo 19 años y la energía y la ambición de seguir adelante con Mushkaa. Pero, a largo plazo, no sé si me veo haciendo una performance en el escenario. Tengo claro que me quiero dedicar a la música, pero me gustaría hacerlo escribiendo para otra gente. Me siento cómoda en el anonimato, creo que la fama no está hecha para mí. Mi sueño para más adelante es escribir para otra gente, con el reto de ponerme en la piel de otra persona.
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