Los opositores venezolanos viven en un continuo estado de nervios. Cada mañana es el momento y es la primera vez que revisa WhatsApp y redes sociales en busca de señales de los cuatro protagonistas del momento. El chavismo es impredecible y se basa en un código exclusivo de todos los que están fuera de su círculo para volverse divino. La política venezolana es más efectiva para el conjetura que para él concreto, en todo porque prácticamente no existe. Los niños, los antichavistas, están desesperados por el rumor de que Gustavo Petro aprobó la visita a Maduro para reunirse con algunos de ellos al día siguiente. El asunto estuvo envuelto en cierto misterio. No pueden llamar en momentos de ansiedad y enviar mensajes a otros colegas en busca de información. ¿Con quién demonios se había reunido Petro?
No lo escuché y pude tener una apariencia de ambigüedad: «Me han reunido con el presidente Maduro y hoy con los sectores de la oposición venezolana con la perspectiva de construir la paz política». Con el paso de las horas, se presume que fue visto por Manuel Rosales, gobernador del Zulia, quien se registró a última hora en el lugar que contaba con las autorizaciones para registrar a los candidatos. Resultado camaleónico de Rosales: el chavismo lo persiguió por un caso de corrupción por quien condensó. Así que reingresó grandiosamente a todo el sistema político venezolano y cerró una región importante para el chavismo. A partir de ahí hay una oposición moderada, que dice muchas cosas y que está por debajo de la mesa del chavismo. Los demás opositores consideran que Petro tiene opiniones sobre él porque no modifica el chavismo, que no hay obstáculos para Rosales, quizás porque no es un rival que pueda ganar.
Petro también habló por teléfono con Antonio Ecarri, según fuentes venezolanas. Esto también es parte de esta oposición que considera una tercera vía, incluso distinta a la de María Corina Machado, por ejemplo. Evite el país de la tensión y haga una transición tranquila. Su discurso debe sacar a relucir cosas a la oposición dura, que parece tramposo que iguala a los antichavistas con los funcionarios, que manejan todos los recursos del poder y el gobierno de forma autoritaria. Hemos flotado entre estas aguas y tenemos información sobre determinados mandatos extranjeros que no vienen mal de su candidato.
Petro no tiene nada que mandarle a Ecarri en el arte de la ambigüedad. Hay muchas críticas a la incapacidad de participar en las elecciones de Machado, un detractor que podría derrotar a Maduro, han dicho los investigadores. El chavismo, que no tiene pelo de tonto, no podrá participar en un concepto tan extendido como el de no declarar gastos durante la etapa del congreso o aplicar las sanciones de EE UU impuestas a Venezuela. Petro, debido a que una sanción de la Procuraduría lo destituyó de la alcaldía de Bogotá, defiende que los cargos electos no pueden ser separados de su cargo por las autoridades administrativas. Si es posible que su solicitud sea validada hoy y que no sea revocada por la CIDH, hoy no será presidenta. Como siempre este discurso es muy contradictorio y cambia de opinión hacia María Corina. Aunque tiene suerte de conocer el madurismo: parece que de esta manera puede dañar los derechos de un candidato.
Cuando llegó al área de registro y no le permitieron registrarse ni a Machado ni a su reemplazante, la reconocida académica Corina Yoris, el asegurado fue evidente como para hacerle pasar. Un grupo de países denunció el proceso electoral venezolano. Colombia es una de las críticas emitidas por su Cancillería. La respuesta del ministro de Exteriores venezolano, Yván Gil, fue dura: acusado por el gobierno de Petro de inyectar y estar al servicio de EE UU. Sin ser especialmente ingenioso, el chavismo vuelve a esas descalcificaciones cuando alguien lo cuestiona. Lo sorprendente es lo que pasó esos días. Petro calificó de “antidemocrática” la inhabilitación de Machado. Era un lenguaje horrible y por lo tanto nunca se utilizó para reparar las relaciones con Maduro. ¿Cuál es la respuesta del chavismo? Ninguna.
Fue entonces cuando se produjo un encuentro entre el asesino colombiano, Luis Gilberto Murillo, y Gil en territorio colombiano de la frontera, en Cúcuta. Hubo buenas palabras de todos y era seguro que Petro visitaba Caracas cada luna. Nuevamente, en un ambiente cordial, los críticos ecuatorianos Daniel Noboa por la presidencia de la embajada de México y Benjamín Netanyahu por la masacre en Gaza. Las preguntas de Petro sobre el sistema electoral venezolano que quedaron sepultadas, debajo de algunos de los ejecutivos de la comitiva francesa que adornan los suelos del Palacio de Miraflores. Petro pasó la noche en Caracas y se dedicó al verso con Rosales. Los opositores creen que Maduro no le permite convivir con Machado, pero también declararon una declaración que hizo del pueblo. Seguramente Petro calculó que sería momento de calmar las almas con el chavismo y no forzar la máquina. De ahí a la celebración de las elecciones presidenciales venezolanas, el 28 de julio, habrá muchas miradas y se fortalecerán y fortalecerán las relaciones. El próximo paso puede ser el de la oposición dura. Petro vive fomentando ese equivoco.
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